Lucía y la caracola
Lucía no podía creer lo que le estaba sucediendo. ¡Con tan solo diez añitos había sido elegida por la madre tierra! Nisa escogió a Lucía por su bella conexión con la naturaleza y por su gran fragilidad. Pues sabía que su secreto la cambiaría totalmente.
El tiempo se detuvo y la magia comenzó. Lucía, sentada en la cueva de la Playa de La Restinga, podía hablar con la diosa Nisa a través de una caracola.
Nisa le pidió a la niña que metiera la cara en el agua y abriera los ojos. Mientras Lucía se sumergía sintió que perdía la caracola. Al principio, todo estaba borroso, así que tuvo que sacar la cabeza del agua para coger aire en la superficie y sumergirse nuevamente.
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