Pero quienes permanecieron en el pueblo pudieron ser testigos del hermoso milagro de la vida. Nisa fue desapareciendo y con ella la enorme mancha verde que se divisaba desde cualquier punto de la isla. Tras su paso vino la magia, una explosión de vida nunca antes vista. Todas las tardes al caer el sol, los habitantes de La Restinga se deleitaban al ver la entrada en el muelle de un pelotón de peces; bogas, sardinas… que saltaban y saltaban en el agua trayendo de nuevo la alegría al mar. Aquel manto verde con el que Nisa rodeó la isla escondía la magia de la vida.
Después de aquella tensión contenida y liberada, la isla, en general, y La Restinga, en concreto, palpitan con más fuerza que nunca. A día de hoy los fondos marinos de La Restinga siguen siendo un referente de vida y continúan atrapando a cualquier visitante.
Tagoro es a día de hoy objeto de estudio por parte de muchísimos científicos. El agua es el mensajero y el espejo de lo que sucede en las entrañas de la tierra.
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